viernes, 26 de octubre de 2012

La mort

En el auge del modernismo la distinción entre el arte y el mundo fue casi absoluta o, dicho de otra manera, e arte era un mundo propio. Lo que estaba incluido en ese mundo era, naturalmente, una cuestión de criterio, y pronto ese criterio se convertiría en el propio núcleo del arte, que de esa manera podía, por no decir debía, para no morirse por sí solo, abrirse a objetos del mundo real, y así surgió la situación actual, en la que le material del arte ya no desempeña ningún papel, en el que todo el peso está en lo que expresa, no en lo que es, sino en lo que piensa, en qué ideas trae, renunciando así al último resto de objetividad, al último resto de algo fuera lo humano. El arte se ha convertido en una cama sin hacer, en unas fotocopiadoras en una habitación, en una moto en un tejado. Y el are se ha convertido en el propio público, en la manera en la que reacciona, en lo que los periódicos escriben sobre él; el artista en alguien que juega. Así es. El arte no tiene nada fuera, la ciencia no tiene nada fuera, la religión no tiene nada fuera. Nuestro mundo está cerrado en torno a sí mismo, cerrado en torno a nosotros, y no existe ya ningún camino para salir de él. Los que en esta situación gritan por más espíritu, más espiritualidad, no han entendido nada, porque el problema es que lo espiritual se ha quedado con todo. Todo se ha convertido en espíritu, incluso nuestros cuerpos ya no son cuerpos, sino ideas de cuerpos, algo que se encuentra en el cielo de imágenes e ideas dentro de nosotros y por encima de nosotros, donde se vive una parte cada vez mayor de nuestra vida. Las fronteras con lo que no nos atrae, lo incomprensible, se han anulado. Entendemos todo, y lo entendemos porque hemos convertido todo en nosotros mismo. Típicamente todos los que se han ocupado de lo neutro, lo negativo, lo no humano en el arte en nuestra época, se han dirigido hacia el lenguaje, es allí donde se ha buscado lo incomprensible y lo desconocido, como si se encontrara en la periferia de la manera humana de expresarse, es decir, en la periferia de lo que entendemos, lo que en realidad es lógico: ¿dónde si no estaría en un mundo que ya no reconocer lo que está fuera de él?
Min Kamp, Karl Ove Knausgärd
 

domingo, 21 de octubre de 2012

lo utópico, la literatura y la vida

… La literatura siempre ha estado emparentada con lo utópico, de modo que cuando lo utópico pierde su sentido, también lo pierde la literatura. Lo que yo intentaba, y tal vez intentan todos los escritores, qué sé yo, era combatir la ficción con ficción. Lo que debía hacer era aceptar y animar lo existente, aceptar y animar el estado de las cosas, es decir, revolcarme en el mundo en lugar de buscar un camino para salir de él, porque de esa manera tendría sin duda una vida mejor, pero no podía, no lo conseguía, algo dentro de mí se había endurecido, alguna convicción quedaba, y aunque era esencialista, es decir, falta de unidad en el tiempo y encima romántica, no logré sobrepasarla por la sencilla razón de que no sólo era algo pensado, sino también algo experimentado por esos repentinos estados de clarividencia que todo el mundo conoce, en los que por unos instantes se ve un mundo completamente diferente del mundo en el que uno se encontraba hacía sólo unos momentos, donde es como el mundo saliera y se exhibiera por un breve espacio de tiempo, antes de volver a caer dentro de sí mismo, dejando todo como antes.
            Min Kamp, Karl Ove Knausgärd
 

sábado, 20 de octubre de 2012

Exposición de máscaras


 
Hipotiroidismo. Enanos pintados por Velázquez, Las Meninas. El retrato de caballero atribuido a Velázquez por el Metropolitan de Nueva York. Teatro, la vida como teatro. Una pedigüeña pidiendo una limosna al escalador que sube un ocho mil exhausto. Pulpo, bacalao, francesinha. Busco en la wiki Francesinha: La Francesinha es un tipo de sándwich típico de la cocina lusa moderna. La más conocida es la de la ciudad de Oporto (si bien puede ser encontrado en otras regiones del Norte de Portugal). Consiste en una tostada de pan blanco rellena con diversos tipos de embutidos y carne: jamón cocido, chorizo, mortadela, un filete de ternera o cerdo, luego se recubre de lonchas de queso, se gratina y se sirve regado por una salsa picante (hecha a partir de cerveza y tomate). El bocadillo lo inventó supuestamente un cocinero emigrante que retornó de Francia. Existen muchas variantes acerca de su origen. Se trata de un plato contundente y que se acostumbra a tomar al almuerzo o como cena (de amigos principalmente) antes de una noche de juerga. Es casi como un ritual en la zona de Oporto.
 
Coger un autobús, comprar una camiseta, un queso, medio kilo de alubias, unos pasteles. Ver las terrazas llenas de limoneros y flora otoñal entre paredes sucias y viejas, sillas de plástico, gaviotas. Pulpo con setas, sopa ribeiro y albairiño. Esto antes de lo otro aunque el orden de los factores no altere el producto, el descanso y la vida viéndose pasar alrededor, dejando a un lado a los turistas en la mesa, frente al río, esperando tranquilamente la noche sin querer saber más ni de geografía ni de franceshinas ni de policías con las bolsas llenas de comida ni de un bar donde todavía se puede fumar y escuchar a Bob Marley. Una copa de oporto mientras afuera llueve tampoco está mal. Lo mezclo todo, como en un estómago agradecido y ambientado por un botafumeiro. ¿De dónde era el obispo con el que estuve? No lo recuerdo, los estudiantes hacen mucho ruido, dan la lata.
Centro Internacional para las Artes Jose de Guimarães / Pitagoras Arquitectos © Jose Campos

domingo, 14 de octubre de 2012

espía


Leo en el ABC cultural del sábado “Fulano de Tal”, por Juan Malpartida:
El primer título de Felisberto, Fulano de tal, fue publicado, en una pequeña edición de autor, en 1925, seguido por El libro sin tapas (1929) y La cara de Ana (1930). Contrajo matrimonio cuatro veces: en 1925 (fruto de esta unión nació una hija a la que no vio en bastantes años); en 1927; en 1948, con África de las Heras; y en 1954.
A Africa (Ceuta, 1902-Moscú, 1985) la conoció en París. Hasta no hace mucho se creía lo que él también creyó, que se llama María Luisa y que era modista. Pero en realidad África era una agente del KGB que respondía al nombre de guerra de “Patria” y que se casó con el atribulado y algo ingenuo escritor para introducirse en el Cono Sur. África de las Heras había participado con Santiago Carrillo en la Revolución de Asturias, y se exilió en la URSS, donde se convirtió en agente. Hay sospechas de que tuvo que ver con el asesinato de León Trotski en México en 1940. Felisberto iba de su madre a sus esposas: en 1954 conoció a la cuarta, Reyna reyes, pero un día fue hospitalizada a causa de un accidente y él aprovechó para mudarse a casa de su progenitora. Enfermo de leucemia, muere tras haber escrito sus últimos trabajos en un sistema taquigráfico que él mismo había inventado. Estaba tan gordo que tuvieron que sacar su cadáver por la ventana…
 

lunes, 8 de octubre de 2012

sin restos

Los restos de los ancestros fuera de su tumba y el que lo ve fuera de sí. Un paso más hacia la desintegración. El hombre occidental, por más que le pese al que ve la tumba vacía, es fáustico por naturaleza. Su alma también tiene un precio. La de la cuota del ayuntamiento que no quiso pagar u otra cualquiera.
 

domingo, 7 de octubre de 2012

el poder


Del Dirigido y Caimán, revistas de cine:
Fausto es el cuarto eslabón de una serie de películas en torno a la naturaleza del poder. Cada una de ellas giraba alrededor de la figura de un dictador: Moloch (1999), de la de Adolph Hitler, expone las dudas meses antes de la derrota en la batalla de Stalingrado, Taurus (2001), de la de Vladimir Lenin, sobre el delirio de un anciano cuya mente privilegiada está perdiendo su estabilidad y The Sun (2005), de la del emperador Hirohito donde lo que desaparece es la dignidad. El territorio de la tetralogía de Sokurov es el ámbito más íntimo, la forma en la que estos personajes se desenvuelven en sus espacios privados… en las películas no vemos a la masa, ni a sus seguidores ciegos, ni a sus víctimas.
El Fausto de Sokurov cierra la tetralogía en pantalla cuadrada, como en el cine mudo. Aquel en el que otro Fausto, el de Murnau, sobresalió y sobresale como gran obra de arte.