domingo, 27 de enero de 2013

promesa de un teorema cinefilo-cosmogónico

Copio y pego del blog de parturientmontes.blogspot.com
India, de Roberto Rossellini
JLG

A la espera de un estudio más detallado, algunas palabras para salir del paso: India es un film de un técnico del cine, el único film de técnico presentado en Cannes, junto con Hiroshima mon amour. Los otros, Nazarín y Los cuatrocientos golpes, eran films de aventureros del celuloide. India es lo contrario de Orfeu Negro, en el sentido de que el film de Rossellini sería hermoso aun cuando hubiera sido rodado en Joinville. Pero eso no tiene importancia porque, tal como dice cierto libro sapiencial: "La verdad está en todo, incluso, parcialmente, en el error." Ese 'parcialmente' me parece sublime; lo explica todo. Explica que el campo con el tigre sea un 16mm expandido, y que el contracampo con el viejo esté en 35mm. India va a contrapelo de todo el cine habitual: la imagen es apenas el complemento de la idea que la provoca. India es un film de una lógica absoluta, más socrático que Sócrates. Cada imagen es bella, pero no porque sea bella en sí, como un plano cualquiera de Que viva México, sino porque ella es el esplendor de lo verdadero, y porque Rossellini parte de la verdad. Allí donde los otros llegarán -si es que llegan- dentro de veinte años, el ya no está, ha partido. India engloba al cine mundial tal como las teorías de Riemann y Planck a la geometría y la física clásicas. En un próximo número probaré por qué India es, por sí sola, la creación de un mundo.
Publicado en Cahiers du Cinéma nº 96, junio 1959

Bosco Esteruelas

 

viernes, 25 de enero de 2013

el dolor


Han colocado un cartel de cine en una habitación. La persona que entra ofrece gratuitamente su opinión. Le gusta o no le gusta. El color, el paisaje y la luminosidad que tiene es lo que inclina su opinión hacia el buen o mal gusto. El título, la obra que representa, la época o la actriz no le supone ni dice nada. Sólo el color, las lilas, las rosas, el río que surge al fondo.
Es difícil que una persona así pueda ser mi amiga un día. Es difícil que me pueda ver en lo que soy.
 
Puede ser que escriba guías de viaje cutres, pero fui un profesor inspirado. Podía conducirlos como mansas ovejas a lo largo de los setos espinosos de la sintaxis y de la gramática, podía hacer que el carro del Sol se precipitara de manera que pareciera que toda la clase estaba ardiendo, y podía –y eso lo hice ese día- hacer morir a Sócrates con una dignidad que ellos no olvidarían nunca en su corta o larga vida…
                La historia siguiente, Cees Nooteboom
 

El dolor tiene que estar grabado en las líneas de tu rostro y no en tu memoria”.
                    La historia siguiente, Cees Nooteboom



jueves, 24 de enero de 2013

envilecimiento

-Pues bien –seguí con la misma rabia-, Joyce también interpretó la Odisea a la manera moderna, y en su obra de modernización, es decir, de envilecimiento, de reducción, de profanación, aún fue más lejos que usted, querido Rheingold… Hizo de Ulises un cornudo, un onanista, un holgazán, un veleidoso, un incapaz; y de Penélope, una prostituta notoria… Y Eolo se convierte en la redacción de un periódico; el descenso a los infiernos, en el funeral de un compadre de taberna; Circe, en la visita a burdel, y el retorno a Itaca, en la vuelta a casa, de madrugada, por las calles de Dublín, no sin una parada para mear en una esquina… Pero por lo menos Joyce tuvo la delicadeza de dejar de lago al Mediterráneo, al mar, al sol, a las inexploradas tierras de la antigüedad…. Todo esto lo trasladó a los caminos enlodados de una ciudad del norte, a las tabernas, a los burdeles, a las alcobas, a los reservados… Nada de sol, nada de mar, nada de cielo; todo es moderno, es decir, todo rebajado, envilecido, reducido a nuestra miserable estatura… Usted no tiene la discreción de Joyce, en cambio… Así que yo, entre usted y Battista, repito que prefiero a Battista con todo su cartón piedra… Sí, prefiero a Battista… Quería usted saber por qué no quiero hacer el guión: pues bien, ya lo sabe.
                “El desprecio”, Alberto Moravia
 

domingo, 20 de enero de 2013

sobrecogedores

En el argot taurino y teatral se llamaba “sobrecogedores” a los
críticos venales que, a cambio de un sobrecico bien repleto de
 billetes, cantaban las loas del torero o actor de moda. Ahora nos
enteramos que el que fuera tesorero o garduña del Partido
Popular, Luis Bárcenas, tenía también una cohorte de
“sobrecogedores”, a los que repartía unos sobrecicos de dinero
negro con los que premiaba, ya que no sus venalidades
encomiásticas, su silencio cómplice, y quién sabe si su
participación en las trapisondas que iban engordando sus
ahorrillos en Suiza…
                En el ABC, 19-1-2013, El ángulo oscuro, “Que cada palo
aguante su vela”, Juan Manuel de Prada
 
RAE: sobrecogedor, ra.
1. adj. Que sobrecoge.
2. m. ant. recaudador.
 
garduño, ña.
(De garduña).
1. m. y f. coloq. Ratero que hurta con maña y disimulo.
2. m. garduña ( mamífero carnicero).
 
venal2.
(Del lat. venālis, de venum, venta).
1. adj. Vendible o expuesto a la venta.
2. adj. Que se deja sobornar con dádivas.

ángel de la guarda

… La vista, y acto seguido la mano, se dirigieron a un cenicero de cristal macizo que había sobre la mesa. Sin duda, ella pensó que quería matarla, porque dio un chillido de espanto y se tapó la cara con el brazo. Pero mi ángel de la guarda veló por mí: ignoro cómo logré dominarme. Dejé el cenicero de nuevo sobre la mesa y salí de la sala.
                El desprecio, Alberto Moravia
 

lunes, 14 de enero de 2013

el dolor


… y el dolor no procede de los bienes de los que uno se ve privado
sin haberlos experimentado, sino de aquel del que uno ha sido
desposeído una vez habituado a él…

Discurso fúnebre de Pericles, (Historia de la guerra del
Peloponeso, Tucídides)

discurso


… Amamos la belleza con sencillez y el saber sin relajación. Nos servimos de la riqueza más como oportunidad para la acción que como pretexto para la vanagloria, y entre nosotros no es un motivo de vergüenza para nadie reconocer su pobreza, sino que lo es más bien no hacer nada por evitarla. Las mismas personas pueden dedicar a la vez su atención a sus asuntos particulares y a los públicos, y gentes que se dedican a diferentes actividades tienen suficiente criterio respecto a los asuntos públicos. Somos, en efecto, los únicos que a quien no toma parte en esos asuntos lo consideramos no un despreocupado, sino un inútil; y nosotros en persona cuando menos damos nuestro juicio sobre los asunto, o los estudiamos puntualmente, porque, en nuestra opinión, no son las palabras lo que supone un perjuicio para la acción, sino el no informarse por medio de la palabra antes de proceder a lo necesario mediante la acción. También nos distinguimos en cuanto a que somos extraordinariamente audaces a la vez que hacemos nuestros cálculos sobre las acciones que vamos a emprender, mientras que a los otros la ignorancia les da coraje, y el cálculo, indecisión. Y es justo que sean considerados los más fuertes de espíritu quienes, aun conociendo perfectamente las penalidades y los placeres, no por esto se apartan de los peligros. También en lo relativo a la generosidad somos distintos de la mayoría, pues nos ganamos los amigos no recibiendo favores, sino haciéndolos. Y quien ha hecho el favor está en mejores condiciones para conservar vivo, mediante muestras de benevolencia hacia aquel a quien concedió el favor, el agradecimiento que se le debe. El que lo debe, en cambio, se muestra más apagado, porque sabe que devuelve el favor no con miras a un agradecimiento sino para pagar una deuda. Somos los únicos, además, que prestamos nuestra ayuda confiadamente, no tanto por efectuar un cálculo de la conveniencia como por la confianza que nace de la libertad…
                Discurso fúnebre de Pericles, (Historia de la guerra del Peloponeso, Tucídides)
 
Copio y pego de:
 
 
Tucídides nació aproximadamente 460 a .C. y murió 400 a .C. Participó en la guerra que su obra clásica relata. La guerra del Peloponeso. Este célebre discurso aparece en el Libro II de dicha obra.
El Discurso Fúnebre de Pericles, pronunciado el año 431 a .C. en el Cementerio del Cerámico, en Atenas, es uno de los más altos testimonios de cultura y civismo que nos haya legado la Antigüedad. Por de pronto, es mucho más que un mero discurso fúnebre. Las exequias de las víctimas del primer año de la guerra contra Esparta le brindan a Pericles la oportunidad de definir el espíritu profundo de la democracia ateniense, explayándose sobre los valores que presiden la vida de sus conciudadanos y que explican la grandeza alcanzada por su ciudad. El discurso no es, por cierto, trascripción fiel de lo efectivamente dicho por el político y orador ateniense, sino la verosímil recreación de su contemporáneo, el historiador Tucídides, que lo incorporó al relato de sus Historias (II, 35-46), donde se narran las guerras entre Atenas y los peloponesios. También es claro, por otra parte, que en esta pieza no hay una cabal exactitud histórica en la descripción de Atenas, cuya realidad aparece idealizada. Pero todo esto, en última instancia, es irrelevante para la historia. Al menos, para la historia espiritual. Lo que a ésta le importa, en rigor, no es tanto saber lo que de hecho Atenas fue, sino más bien lo que ella creía ser.
Es preciso que el lector sepa que este discurso fue escrito por Tucídides bastantes años después de que fuera pronunciado y cuando ya Atenas había sido derrotada. Así, más que el discurso fúnebre de Pericles a los caídos durante el primer año de la guerra, éste es el discurso fúnebre de Tucídides a la Atenas vencida que, aunque humillada en su derrota, se levantaba ya como un paradigma universal su cultura cívica. El panegírico a los muertos en combate, pues, aparece casi como un pretexto para abordar el elogio de la gloriosa Atenas antigua y hacer la defensa de la eternidad de su patrimonio.

sábado, 12 de enero de 2013

Palinuro

Cuando Melville hace que el narrador de Moby Dick se imagine cómo perderá el equilibrio en un momento de ensoñación y caerá “a través de ese aire transparente en el mar de estío”, está volviendo a contar el libro V de la Eneida, en el que el piloto Palinurus, que ha “cerrado sus Embriagados Ojos” bajo el influjo del dios del sueño, se hunde en el océano y se ahoga.
                Pg. 169-170 Melville, Andrew Delbanco
 
Y hacia ti, Palinuro, se dirige portador de visiones
funestas para ti, libre, ¡ay! De culpa. Y toma asiento el dios en la alta popa
bajo la misma traza de Forbante. Y musita su boca estas palabras:
“¡Palinuro, hijo de Jaso, el mar impulsa las naves por sí solo.
Las brisas soplan sosegadas con serena lisura. La hora invita al descanso.
Reclina la cabeza y sustrae ya al trabajo tus ojos fatigados.
Yo mismo me pondré por un rato en tu lugar y haré tu menester”.
Sin atreverse a alzar del todo hacia él los ojos, Palinuro le responde:
“¿Qué deje de mirar la cara al mar en calma y a las olas serenas
me mandas? ¿Qué me fie de ese monstruo? ¿Voy a entregar a Eneas
-pero por qué- a las tretas de los vientos y al cielo
después que tantas veces me ha burlado su apariencia serena?”
Decía esto y asiéndose al timón
Pegándose a él, no lo apartaba de sí y sus ojos seguían fijos en las estrellas.
Sacude el dios entonces en sus sienes un ramo húmedo del rocío del Leteo,
Impregnado del poder soporífero de la laguna Estigia,
y a pesar de su esfuerzo le relaja sus pupilas fluctuantes.
Apenas empezaba a distender sus miembros
un súbito sopor, cuando cargando el dios sobre él,
lo precipita de cabeza en las diáfanas ondas
con el timón y parte de la borda que arranca en su caída
mientras en vano llama a sus compañeros una vez y otra vez.
Y el dios se alza a la altura volandero por el aire delgado.
Con no menor seguridad apresura la flota su marcha por el mar,
según lo prometido por el padre Neptuno navega sin temor.
Y ya mar adelante se iban aproximando a los escollos
de las Sirenas, arduos de atravesar en otro tiempo. Blanqueaban los huesos
de numerosas víctimas. A lo lejos resonaba el embate incesante de las olas
cuando el caudillo advierte que la nave sin piloto navega a la deriva.
Él mismo con su mano la guía por las sombras de las olas
entre gemidos incesantes conmovido en el alma por la suerte de su amigo:
“¡Ay, demasiado crédulo en el cielo sereno y en la calma del mar,
yacerás, Palinuro, sin tierra que te cubra, sobre ignorada playa!”
                Libro V, Eneida
 
(El sueño era hijo de Érebo, dios del Infierno, y de la Noche. En el episodio asistimos a su venganza de las largas vigilias del timonel Palinuro…

Nemo, Bartleby

… su ignominado jefe … Es una versión del flemático narrador del relato de Poe “El hombre de negocios”, de 1840 (Soy un hombre de negocios. Un hombre metódico. De método es de lo que se trata, después de todo), al que uno se encuentra tan a menudo en las piezas para revistas de Washington Irving o de George W. Curtis (director de Putnam ´s): un esponjoso caballero que absorbe un incidente por la mañana y lo guarda para hacer con él una viñeta que poder ofrecer a sus compañeros del club entre cigarros y brandy…
 
Si Melville había encontrado modelos para su abogado en la literatura y en la vida, también los tenía en mente para los escribanos. Uno de los personajes secundarios en Casa desolada, que había sido publicada en serie en Harper ´s en los meses anteriores a que Melville escribiese Bartleby, es un flaco y enfermizo copista a quien Dichens da el delator nombre latino de Nemo (Nadie), que revela su dispensabilidad, pues hay un centenar de hombres haciendo fila para ocupar su puesto…
 Pg. 283.284 “Melville” Andrew Delbanco
 

viernes, 11 de enero de 2013

hijos de Adán

Por primera vez en mi vida me asaltó un sentimiento de abrumadora melancolía. Antes sólo había experimentado tristezas no del todo desagradables. Pero el vínculo humano me arrastraba irresistiblemente al abatimiento. ¡Una melancolía fraternal! Pues ambos, Bartleby y yo, éramos hijos de Adán…
                Bartleby, el escribiente, Melville

miércoles, 9 de enero de 2013

sensibilidad camp


Un modo de encontrarle sentido a Pierre es considerarlo como un adelanto decimonónico de la sensibilidad camp que alcanzaría su apogeo más de cien años después en la cultura del siglo XX…
Pierre es un libro echado a perder. Aunque su héroe puede pasar por un pariente del capitán Ahab (“Vaya”, chilla Pierre después de leer la carta de Isabel, “¡atravesaré tu yelmo con mi golpe y descubriré tu cara, así sea la de una de la Gorgonas! Desgarraré los velos de todos los ídolos; desde hoy veré todas las cosas ocultas…”), hay una absurda desproporción entre su abovedada emoción y las circunstancias que la encienden. Pierre es un Ahab camp.. Melville nunca lleva a la primera línea el motivo por el que Pierre le declara la guerra al mundo, de ahí que Pierre se queda en una obra en la que, como T.S Eliot dijo con expresión célebre acerca de Hamlet, “la emoción excede a los hechos tal como aparecen”, y ésa s la razón por la que la mayoría de los lectores intentaron identificar alguna emoción secreta que necesitaba de explicación.
                Pg. 264 Andrew Delbanco, Melville
 
De la wiki:
Camp es un tipo de sensibilidad estética del arte popular que basa su atractivo en el humor, la ironía y la exageración. El camp es una corriente artística relacionada con las formas del arte kitsch, considerado como una copia inferior y sin gusto de estilos existentes que tienen algún grado de valor artístico reconocido.[1] Suelen identificarse sus cualidades atractivas bajo los parámetros de la banalidad, la vulgaridad, la artificialidad, el humorismo, la ostentosidad y el carácter afeminado. En el habla inglesa, suelen aplicarse los adjetivos de campy o cheesy a expresiones culturales que tienen cualidades de la estética camp.

martes, 8 de enero de 2013

Beatriz Cenci


En aquel momento estaba admirando sin mover un músculo una copia más que tolerable ) la única pieza, además de la ya mencionada, digna de alabanza) de la más dulce, conmovedora y al mismo tiempo temible de las cabezas femeninas imaginables; la de Beatriz Cenci, por Guido. El carácter prodigioso de dicha cabeza estriba quizás en un sugestivo y sorprendente contraste, más o menos análogo con su aspecto a aquel otro a veces visible en las exóticas doncellas de países tropicales, consistente en la coincidencia de dulces ojos azules –armonizando con una tez extremadamente pálida- con un pañuelo azabachado que recuerda a un velo funerario. Aunque en el lienzo de Guido los ojos claros y la piel blanca de la Cenci estén coronados por una melena dorada que le da al conjunto una estricta naturalidad física, la anomalía acaso imaginaria del dulce serafín rubio queda sugerida por un doble marco del rostro y parte del cabello: un crespón negro de luto por dos crímenes, de los que en un caso es objeto y en el otro agente, que cabe considerar como lo más terribles que pueda concebir un ser humano civilizado: el incesto y el parricidio.
 
Pierre o las ambigüedades, Melville

http://es.wikipedia.org/wiki/Beatrice_Cenci

lunes, 7 de enero de 2013

de vez en cuando, al mediodía...


He hablado de mi segundo, o mejor dicho, tercer lugar que guarda más recuerdos del pasado, tal y como se me apareció en un principio; eso significa que me he referido a las personas que moraban en aquella casa de acuerdo con la primera impresión que, según mi memoria, recibí al conocerlas. Viví en aquella comunidad varios años –cinco, seis, quizá siete-  y durante la época allí transcurrida todo cambió a mis ojos, porque aprendí más, si bien siempre de una forma nebulosa. Algunos de sus ocupantes la abandonaron; las sonrisas de otros se transformaron el lágrimas; hubo quien se pasaba el día enjugando estas últimas  y mostrándose abatido. Unos pocos se volvieron tan salvajes y violentos que fueron arrastrados por unos seres que parecían mudos a un lugar subterráneo y profundo del que nunca supe nada en concreto; pero no he olvidado los gritos desconsolados que se oían a través del suelo, ni los gemidos y las caídas de resonancia metálica, como de hierro sobre paja. De vez en cuando, al mediodía, traían a la casa féretros, que a los cinco minutos eran transportados fuera de ella, pesando más que al entrar –o por lo menos así me lo parecía-: pero nunca vi quién iban su interior. En una ocasión observé como empujaban un ataúd de enormes dimensiones a través de una ventana inferior tres hombres que no pronunciaron una sola palabra; al rato tiraron de él por el mismo procedimiento y desaparecieron. Las personas invisibles que abandonaban la casa de un modo tan extraño eran siempre reemplazadas por otras asimismo invisibles que llegaban en carruajes cerrados. Algunos, vestidos con harapos y andrajos, venían a pie, o mejor dicho eran impulsados por hombres a caballo…

                Pierre o las ambigüedades, Melville

invertir, un oscuro y loco misterio

La Verdad entusiasta, la Seriedad y la Independencia conducen a toda mente preparada por la naturaleza para el pensamiento profundo e intrépido a regiones hiperbóreas donde los objetos se ven bajo una luz dudosa, incierta y refractaria. Al ser contempladas a través de esa atmósfera enrarecida, las máximas aceptadas con carácter más inmemorial por el género humano empiezan a resbalar, a fluctuar, quedando por fin invertidas de principio a fin. El mismísimo cielo no es ajeno a este efecto de aturdimiento y confusión, ya que es sobre todo en su seno donde aparecen estos espejismos prodigiosos.
Pierre o las ambigüedades, Melville
 
 Existe en algunos corazones humanos un oscuro y loco misterio que a veces, en insólitos estados de ánimo, les despierta una ansiedad capaz de impulsarles a desatar los lazos m´s intensos del amor, en ese instante obstáculos para la consecución del objetivo que el desequilibrio les sugiere como trascendental. En esos momentos nuestras relaciones más entrañables se nos antojan nefastas por esencia; nos sentimos transportados hasta las cumbres más elevadas y creemos poder prescindir del valle que se extiende a nuestros pies; desdeñamos las caricias; los besos se nos antojan verrugas; y desechando todas las formas palpitantes del amor mortal, abrazamos en el vacío al infinito e incorpóreo aire. Tenemos la impresión de no ser humanos y nos convertimos a nosotros mismos en célibes y dioses; pero una vez más, como las divinidades griegas nuestras inclinaciones nos impulsan a descender a la tierra ya que estamos satisfechos de esa complacencia amoroso nuestra que nos permite ocultar nuestras sobrenaturales cabezas en senos formados por una arcilla demasiado seductora para ser resistida.
Pierre o las ambigüedades, Melville

domingo, 6 de enero de 2013

hombre instruido y abdicación

Pero el primo Ralph era un hombre instruido y poco hablador; por lo tanto desconocía qué es lo adecuado y qué lo inútil en el gran mundo, razón por lo que no se habría sentido en absoluto mortificado si tu padre se hubiese casado con la joven refugiada.
        Pierre o las ambigüedades, Melville
 
En nuestra época de madurez el mundo nos da un barniz similar a un baño de oro, en el que intervienen como componentes mil muecas, comportamientos adecuados y pulidas finezas; es entonces, Pierre, cuando en cierto sentido abdicamos de nosotros mismos y nos impregnamos de otro yo que no es el auténtico. Durante la juventud somos, pero con el tiempo acabamos por parecer…
                 Pierre o las ambigüedades, Melville

sábado, 5 de enero de 2013

creer en cosas

Para mí no hay una relación directa causa-efecto entre el tiempo de la película y el imaginario que convoca, que puede ir desde el romanticismo del siglo XIX al cine clásico de los cuarenta o cincuenta. Tienen en común que ya desaparecieron: el cine, la sociedad… En ningún momento se me pasó por la cabeza asociar un tipo de cine con el tiempo en el que se desarrolla la historia. No existe el Monte Tabú, ni Aurora, ni Gian Luca Ventura; no es Angola ni Mozambique. De ahí que pueda ser completamente infiel en el campo histórico. El cine también sirve para estas cosas, como la de utilizar una versión de los Ramones de los años ochenta con una canción de las Ronettes de los sesenta. O que en pleno siglo XIX los porteadores del prólogo vistan ropas de Nike o los niños de una aldea africana de los años setenta lleven camisetas de Obama. El equipo me preguntaba si deberíamos quitárselas y yo les decía: “Claro que no”. Porque el cine propone un pacto con el espectador, y ese pacto no pasa por fingir que estamos en un tiempo histórico determinado por el vestuario de época. El cine nos propone algo muy bello: creer en cosas en las que supuestamente no creemos. Es decir, mostrarnos los artificios y, al mismo tiempo, conseguir que nos emocionemos con esos artificios, razón por la que estoy a favor de no esconderlos.
                Entrevista a Miguel Gomes, por Jaime Pena, en la revista Caimán de Enero de 2013.

miércoles, 2 de enero de 2013

Flebas el fenicio


IV MUERTE POR AGUA

Flebas el Fenicio, muerto hace dos semanas, olvidó

el grito de las gaviotas, y la mar profunda y agitada,

olvidó las pérdidas y las ganancias.

                                                              Una corriente bajo el mar

recogió sus huesos entre susurros. En levantarse

y caer pasó las etapas de vejez y juventud

entrando en el remolino.

                                                               Gentil o judío

¡Oh! Tú que llevas el timón y miras a barlovento,

ten presente a Flebas, como tu, antaño hermoso y esbelto.

                “La tierra baldía” T. S. Eliot
 

antes de la Razón

Para Trías la Razón será siempre subsidiara de algo previo que necesariamente estará antes que ella: el dato de la pura existencia que se percibe empírica y afectivamente por medio del asombro. El inicio no está jamás en el propio movimiento de la Razón, sino en el dato que se impone como una experiencia que es anterior y fundamental. “El carácter del dato del comienzo –escribe- (…) debe proceder de una fuente de conocimiento que es la única a través de la cual puede ese dato presentarse. Esa fuente es la experiencia. La filosofía ha de partir de un dato empírico si no quiere incurrir en su peor vicio: la abstracción vacía e inane. Ese dato de experiencia debe venir impuesto. Debe despejar, por su sola presencia, todo asomo de duda o perplejidad respecto a su pertinencia. Debe ser un dato que posea carácter de obviedad (Trías, 1999, 32). Hay pues algo previo y original que se impone como obvio y como incuestionable, algo que, valga decirlo así, da lugar al despliegue del movimiento histórico. Y eso previo, que es aprehendido de modo afectivo o emocional y que es, por tanto, anterior a toda Razón, es el dato mismo del hecho de existir.
La obra de arte como experiencia del límite. Una aproximación estética al pensamiento de Eugenio Trías, por Javier Fuentes Feo (Revista de Occidente, Octubre 2008)
Hercules Seghers
 

 

martes, 1 de enero de 2013

la plena realización del yo


La vida se perfila como suma de decisiones irrevocables y entregas irreversibles. La sabiduría upanishádica no concibe la vida como una forma de tener, sino de ser. El yo no es lo que posee ni se identifica con las ganancias acumuladas en su pasado. No sobrevive a través de los méritos mencionados en los obituarios, “en las memorias tejidas por la benéfica araña”, o de sus posesiones, transmitidas en legados cuyos sellos abre “el flaco notario”. Tener no es la premisa del ser, a pesar de los valores tangibles profesados por “un siglo de prudencia”. El sentido de identidad no radica en el “yo soy lo que tengo”, sino en el “soy lo que doy”. La plena realización del yo no se alcanza a través de una relación de posesión, sino en el amor que anula el deseo de tener y que cobra realidad en el acto de dar: “por esto, y sólo por esto, hemos existido” en “la terrible osadía de un momento de entrega/ que un siglo de prudencia jamás podrá revocar”…
                Pg. 164 del análisis de la Tierra Baldía. Edición Cátedra.
 

límite


 
 
El límite es intrínsecamente identidad y diferencia, algo que remarca al describirlo como un signo de puntuación: /, que a la vez escinde lo que queda a cada lado y, al mismo tiempo, reúne ambos elementos (Trías, 2001, 92). El límite es aquello que sutura a la vez que escinde un aquí de un allí, esto es, aquello que escinde y unifica el Mundo de la Nada, o la Razón y el Sentido de la Sinrazón y el Sinsentido. El límite establece, y esto es lo fundamental, que ambos cercos tienen igual estatuto de prioridad ontológica, establece que ninguno de los dos es más verdadero que el otro, pues tanto la certeza de lo presente (como mundo) como su ausencia (como fundamento en falta) son necesarias e irreemplazables…
                La obra de arte como experiencia del límite. Una aproximación estética al pensamiento de Eugenio Trías, por Javier Fuentes Feo (Revista de Occidente, Octubre 2008)