James Salter (El País)
P. Su tratamiento del erotismo es muy sutil. El lector sabe
lo que sucede, pero no está en la página. Es casi como si usted no lo
escribiera.
R. Obviamente es cuestión de control y conocimiento, el
método es la digresión si quiere hablar en términos técnicos, saber cuándo es
preciso parar, y por supuesto dar con el lenguaje adecuado, controlando el
poder evocativo de cada palabra. Lo que hago es genuino pero no tiene nada de
mágico. En Juego y distracción soy muy directo, porque en aquel libro me ocupo
de una pasión de juventud. Hubiera sido erróneo omitir los aspectos físicos,
que resultan esenciales para el significado del libro. Evité ser evasivo o
poético, hubiera sido un error
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