domingo, 4 de noviembre de 2012

atrapados


La libertad de hablar se está perdiendo. Antes era evidente que las personas que mantenían una conversación se interesaban por su interlocutor, pero eso ha sido hoy sustituido por la pregunta por el precio de sus zapatos o de su paraguas. En toda conversación se va infiltrando, inevitablemente, el tema que plantea las condiciones de vida, el tema del dinero. Pues no se trata de las preocupaciones y sufrimientos de los individuos, en lo que tal vez unos podían ayudar a los otros, sino de la situación en su conjunto. Es como si estuviéramos atrapados dentro de un teatro y tuviéramos que presenciar la obra que se representa en el escenario, lo queramos o no, convirtiéndola, una y otra vez, en objeto del pensamiento y la conversación.
             Panorama imperial, viaje por la inflación alemana VII – Calle de dirección única-
 

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