domingo, 16 de septiembre de 2012

tenía que representar su drama... la ley no es la justicia...

No hay ninguna ley que prohíba mentirle a la policía. Eso es lo que ellos esperan. Son mucho más felices cuando usted les miente que cuando se niega a hablar con ellos. Es un desafío directo a su autoridad. ¿Qué pretendía ganar con ello?
-          No respondí. En realidad, no tenía una respuesta. Se levantó, tomó su sombrero, cerró la pitillera y la guardó en el bolsillo.
-          Tenía que representar su drama –dijo fríamente-. Defender sus derechos, hablar de la ley. ¿Cuán ingenuo puede ser un hombre, Marlowe? Sobre todo un hombre como usted, que supuestamente sabe de qué va la cosa. La ley no es la justicia. Es un mecanismo muy imperfecto. Si pulsa exactamente los botones correctos y además tiene suerte, en la respuesta puede estar la justicia. Un mecanismo, eso es lo que se supone que es la ley, nada más. Creo que usted no quiere que lo ayuden. Por lo tanto, me retiro. Si cambia de opinión, puede llamarme.
 “El largo adiós”, R. Chandler.
 
Tal vez la intensidad que encuentro en algunas páginas de libros me haga despreciar la mayoría de conversaciones con las que me rozo en cenas y comidas. Me digo, están hablando de la primera lección porque, entre otras cosas, ya he oído sus razonamientos antes. Pero también porque no encuentro nada nuevo en ellas. ¿Sólo en los libros? Sólo encuentro algo en los libros, tertulianamente hablando.
 

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