Repartió a cada uno tan poco carnero, que, entre lo que se
les pegó en las uñas y se les quedó entre los dientes, pienso que se consumió
todo, dejando descomulgadas las tripas de participantes. Cabra los miraba y
decía:
-Coman, que mozos son y me huelgo de ver sus buenas ganas.
¡Mire V. Md. Qué aliño para los que bostezaban de hambre!
Acabaron de comer y quedaron unos mendrugos en la mesa y, en
el plato, dos pellejos y unos güesos; y dijo el pupilero:
-Quede esto para los criados, que también han de comer. No
lo queramos todo
La vida del Buscón
Y uno, ante la crisis, entrena con lecturas sabias.
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