sábado, 8 de diciembre de 2012

es bueno tener en cultivo algunos vicios

-          Le extraña, ¿eh? -, dijo, y sacó del bolsillo un frasco minúsculo cerrado con un tapón de rosca-. Le diré. Tengo la vida aquí sujeta, en este envase que contiene el agua con que me bautizaron. El día que se derrame, o se disipe, o se rompa el frasco, se acabarán también mis días. Todos tenemos la existencia subordinada a algún objeto. Pero mientras llega esa hora funesta, me preparo para las calamidades. Permítame dos consideraciones. Una, que es conveniente para llegar a viejo tener algunos vicios. Otra, que hay que ganarle la delantera a las catástrofes. Respecto a la primera, le diré. Es bueno tener en cultivo algunos vicios como pueden ser fumar, comer cerdo, beber alguna sobrecopa o no hacer gimnasia, para que si algún día cae uno enfermo tenga el médico algo que prohibir, y uno sane. Pero si uno es  todo virtud, en cayendo enfermo morirá, por impotencia de mejora. Sólo el pecador puede arrepentirse. Sin gula no hay abstinencia. Y de lo otro, le contaré por sobreencima las medidas que he tomado contra el infortunio. Cada semana finjo una dolencia nueva, le diré. Unas voy de cojo, otras de ciego, otras de sordo y mudo, otras de jorobado, de manco, de temblón, de inerme, de sin dientes, de mentecato, de orate, y combinadas entre sí, y de este modo me ejercito para el porvenir, por si me sorprende la tara. He visto tantas desgracias, y tan súbitas, que no quiero que me cojan a  mí descuidado. Llevo así diez años y ya sé arreglármelas de todo lo malo que conozco. Comer cerdo y fingirse ciego – y sonrió con fealdad de máscara-, ¿qué otra cosa mejor puede hacer el hombre prudente?
 
Juegos de la edad tardía, Luis Landero

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