domingo, 16 de diciembre de 2012

Steampunk


 
 
Copio y pego de:
 
El término steampunk (punk de vapor) lo acuñó en 1987 el escritor K. W. Jeter, deseoso de encontrar una etiqueta que diera sentido a las obras que no sitúan su acción en sociedades posapocalípticas, sino en un tiempo que nunca fue: aquel futuro lleno de locomotoras, dirigibles y protosubmarinos con el que fantasearon Julio Verne y H. G. Wells a finales del siglo XIX.
Para mí, es la intersección entre la tecnología y el romance", resume Sean Slattery (35 años), un técnico de informática de Boston que bajo la identidad de Jake von Slatt crea modificaciones steampunk: las teclas de su ordenador, por ejemplo, pertenecieron a una máquina de escribir de los años cincuenta, y su televisión está embellecida con filigranas de cobre. Porque Slatt le ha declarado la guerra a la producción en masa y ha dotado a todos sus aparatos tecnológicos de un aire victoriano. "No me gusta el progreso recién salido de un molde de plástico que venden Ikea o Microsoft", cuenta. Paul de Filippo, autor de La trilogía steampunk, habla así del carácter obsoleto intrínseco a las nuevas tecnologías: "Hay museos en los que se preservan máquinas de vapor y relojes mecánicos, pero cuesta imaginar que en el futuro vaya a haber un museo en el que se expongan blackberries y GPS".
 
 

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