Sestear pálido y absorto
junto a la ardiente tapia de un huerto.
Escuchar entre endrinos y zarzas
chasquidos de mirlos, rumores de ofidio.
En las grietas del suelo o la algarroba
acechar las hileras de rojas hormigas
que se entrecruzan o quiebran
en la cima de minúsculas gavillas.
Observar entre las frondas del lejano
palpitar de briznas marinas
mientras se elevan trémulos chasquidos
de cigarras desde pelados picos.
Y caminando bajo el sol que deslumbra
sentir con triste maravilla
cómo toda la vida y su fatiga
consiste en este caminar tras una muralla
que tiene encima trozos afilados de botella.
"Sestear pálido y absorto..." Eugenio Montale
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