sábado, 6 de abril de 2013

Melibeo soy

Decíamos ayer...
 
Enamoramiento: la persona que se convierte en proyecto
El presente texto es parte de la transcripción de una conferencia dictada por don Julián Marías,
 
Y hay un texto particularmente interesante que es que cuando exagera Calisto, cuando dice que es Dios, su amada Melibea es Dios, su criado le dice: “pero tu no eres cristiano”. Y dice: “¿Yo, cristiano? Yo, melibeo soy, en Melibea creo, a Melibea amo.” Melibeo soy...: toma el nombre como equivalente de cristiano para ser Melibeo. Es decir, La Celestina es la historia de los amores de Calisto y Melibea – yo diría de Melibea y Calisto, porque Melibea es más importante, sin duda ninguna. La Celestina es un personaje que procede de la comedia latina, de la comedia medieval y es un personaje tópico, no es propiamente un personaje sino antes un caso. Y este texto en que dice que “melibeo soy, en Melibea creo, a Melibea amo” es justamente la expresión exagerada, extremada, vehemente, apasionada de ese amor único porque se ha convertido Melibea en su proyecto – esto es lo característico.
Y por tanto plantea un problema antropológico: ¿Cómo es posible el enamoramiento? ¿Cómo es posible que una persona sea proyecto de otra? Lo demás es normal, es perfectamente comprensible: proyectarse en la amistad, en el amor..., hay una proyección posible de odio etc. Pero que esa persona sea mi proyecto, que forme parte de mi realidad y por tanto yo no sea él que era hace algún tiempo, antes del enamoramiento, sino otra persona distinta – esto es algo absolutamente nuevo, que plantea un problema no ya típico, no ya puramente sentimental, sino un problema antropológico. ¿Cómo es posible esto?
En uno de mis libros más recientes, he dicho que hay un principio físico, universal, general y muy importante que es la impenetrabilidad de los cuerpos y hay un fenómeno contrario que es la interpenetración de las personas: las personas pueden estar interpenetradas. Una persona puede estar habitada por otras. Este fenómeno que es el inverso de la impenetrabilidad de los cuerpos: este micrófono está encima de la mesa, no puede estar en la mesa, dentro de la mesa... no puede estar, se excluye. Son impenetrables, todos los cuerpos son impenetrables. En cambio las personas no: las personas permiten la interpenetración. Y esto es una forma de admiración de una por otra. Y uno de los casos particulares es el enamoramiento, que plantea, repito, un problema antropológico, puramente antropológico.
Esto tiene consecuencias decisivas para las personas, para la persona enamorada, para la persona de quien alguien está enamorado, porque altera su realidad: no ya sus actos, su conducta, sus sentimientos, sino su misma realidad. Lo cual plantea un problema rigurosamente personal. Esto, claro, es lo que, en definitiva, en esta forma que les digo en que predomina la intensidad, la saturación, de las situaciones humanas, de las relaciones humanas, es el origen de esa actitud menos radical, más amplia, más posiblemente compartida, que es el amar, la proyección amorosa – que hace que haya una especie de vigencia social y una actitud de difusión.
 

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