… El psiquiatra se
sintió de repente prehistórico junto a esos seres cuyos ojos oblicuos eran
lentes de Leika y cuyos estómagos habían sido sustituidos por carburadores de
Datsun, para siempre libres de accesos de acidez y de gases que oscilaban entre
el suspiro y el eructo: no sé si son borborigmos o tristeza, pensaba muchas
veces cuando se le hinchaba el pecho y le llegaba a la boca el globo de un
chicle sin chicle evaporándose por los labios con un silbidito de cometa, y
atribuía por comodidad al esófago lo que en realidad provenía de la confusión
de su angustia.
Memoria
de elefante, Lobo Antunes
... ¿quién era capaz de ofrecerse a sí mismo de sí mismo el
perfil propio de un gimnasta rumano inmóvil en el aire en un ejercicio de
anillas, soltando vahos de polvo de talco de los sobacos de Tarzán?
Memoria
de elefante, Lobo Antunes
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