¿Por qué considera peligrosa la edición digital?
Por la misma razón que los aficionados a los vinos aprecian
más el Cháteau Mouton en su botella que el cháteau-carton en su práctico envase.
Por igual razón que mis amigos preferían el caldo de buey que hacía en su casa
Marlene Dietrich a las pastillas que disolvá en el agua Marilyn Monroe. Porque
cada uno se gasta su dinero en lo que le da más placer. Y a mí me gusta el
papel, y ls librerías, y los encuadernadores y el oficio de impresor. Cuando
uno deja de ir al mercado deja de pertenecer al pueblo.
De la
entrevista de Antonio Fontana a Mauricio Wiesenthal en ABC cultural 20-4-2013.
En la calle de la Montagne-Sainte-Geneviéve, en París, o en
la calle de Docteur-Fanton, en Arlés, cuando vuelvo de uno de mis dos hogares,
me retraso en el escaparate de un vendedor de vinos y me digo a mí mismo que en
ese mundo se ha guardado una sangre fría que muchos editores han perdido. Las
etiquetas de las botellas están a menudo adornadas con un grabado que evoca los
viñedos, pero el caldo y su origen son las primeras informaciones que capta la
mirada. Al contrario, en los libros, y por el choque de las imágenes, el nombre
del autor y el título son hoy día a menudo menos visibles que sus promesas de
ser de excelente calidad. Y cuando abrimos estos libros se confirma la
impresión de estar delante de una mercancía…
La
sabiduría del ditor, Hubert Nyssen
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