sábado, 13 de abril de 2013

Qué triste debe de ser esta casa a las tres de la tarde

Y me acordé de una persona que me contaba que, de pequeña, su madre la llevaba a hacer visitas en una época en que las mujeres se relacionaban unas con otras con delicadezas excesivas de puntillas; y entonces ella entraba en casas ásperas pobladas de grandes relojes y de pianos con candelabros donde la música se inclina temblando en la dirección del viento, oía los lamentos de las señoras ahogadas por el damasco de las cortinas y los suspiros de los muertos en los retratos de la pared, y pensaba: Qué triste debe de ser esta casa a las tres de la tarde…
                Pg. 119. Memoria de elefante, Lobo Antunes
 
Toda la vida, antes de la enfermedad y durante la enfermedad, mi madre nos contaba y nos contaba
-Escuchen esto
que de pequeña mi abuela acompañaba a mi bisabuela a visitar a señoras que viván en pisos antiguos en la parte antigua de Lisboa, salones y pasillos en una penumbra perpetua en la que las platas y las lozas la seguían y mi abuela con diez u once años pensando
-Qué triste debe de ser esta casa a las tres de la tarde…
                Inicio de “Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar”, Lobo Antunes

No hay comentarios:

Publicar un comentario