En “Hombre intrépidos”, la película de Ford, los personajes marineros
no tienen un lugar en la tierra. La paga de dos años, una vez en puerto, les
dura una noche. No importa. Viven atrapados, unos mas que otros, entre la proa
y la popa del barco.
En “El salario del miedo”, la película de Clouzot, los
personajes han llegado o llegan a un lugar recóndito en Sudamérica del que es prácticamente
imposible salir. Allí sudan y pierden el tiempo, son prófugos, huidos, desharrapados, solitarios. No tienen salario que gastar
ni billete para coger un avión. Es fácil llegar, por poco dinero, pero salir,
salir cuesta mucho y el billete es demasiado caro.
En ambas películas un cargamento de explosivos mueve a los
personajes a cambio de un sueldo. Es fácil morir en el intento, tanto o más
como quedarse y dejar pasar la vida.
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