A lo largo de toda la mañana, como los vestigios de un sueño
penoso y vagamente envilecedor, le acompañó el pensamiento de que habría sido
mejor, en su propio interés, no hablarle así; luego, a fuerza de darle vueltas
en su mente inquieta, esa idea se trocó en certeza y más aún porque ya no
conseguía acordarse muy bien de cuál había sido el motivo de la discusión, ese
sueño penoso y humillante del que no le quedaba más que un regusto lleno de
amargura.
Inicio
del segundo relato de Tres mujeres fuertes, Marie NDiaye
Creo que es difícil empezar peor una novela o un relato.
¿Culpa del traductor? El Caso es que el inicio del primer relato es igual de
penoso que los vestigios de un sueño penoso o que este otro inicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario