domingo, 8 de julio de 2012

todo el mundo debería amar...

Dos apuntes certeros y ligeros o no tan ligeros sacados de “Las torres de Trebisonda”, Rose Macaulay.
Lo que interesa a los extranjeros son las cosas que etaban ahí antes de que empezaran a avanzar. Y aun diría que, en Inglaterra, los extranjeros solo quieren ver Stonehenge y las murallas romanas, las villas y el campo donde está enterrado el pueblo de Silchester, los castillos, las iglesias de los normandos y las ruinas de las abadías medievales, y les importan un bledo Sheffield y Birmingham y nuestras granjas modelos y los nuevos pueblos y universidades y escuelas y presas y aeródromos y todas esas cosas.
 
-          Todo el mundo debería amar a su país.
-          Halide estaba muy guapa, firme y patriótica, como si fuera a luchar a muerte por Turquía.
-          - ¿Por qué debería amarlo? ¿Acaso es un mérito amar el sitio donde uno vive, o donde ha nacido? ¿Se debe amar Birmingham si has nacido allí? ¿O Leeds? ¿O Kent? ¿O Surrey? – le pregunté, pues nunca había logrado entender aquello, y suponía que era mejor amar a todos los países y a todas las personas- ¿O Moscú? – añadí, solo por molestarla
-          - ¡Moscú! – lo dijo como una maldición.- Claro, supongo que los rusos aman Moscú. No puedo argumentar sobre el amor al propio país. Es, simplemente, algo que se hace, como amar a la propia madre.

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