sábado, 16 de marzo de 2013

proceso de infantilización


En Ámsterdam había auténticas multitudes que se sentaban a diario en los cafés, y ella se preguntaba cuándo tendrían las personas tiempo de leer algo que no fueran los periódicos cada vez más gruesos y aburridos. Quizá eso no se sintiera tanto aquí porque Berlín era mucho más grande, porque en Berlín podías ser anónimo, pero en casa tenía a menudo la sensación de que se había puesto en marcha un gran proceso de infantilización, una superficialidad fatal e insoportable de personas que parecían querer demostrar su individualidad riendo en masa los mismos chistes, resolviendo los mismos crucigramas, comprando los mismos libros y no leyéndolos casi nunca, una suerte de autocomplacencia tan desagradable que te angustiaba. Todas sus amigas estaban apuntadas a yoga, iban de vacaciones a Indonesia, practicaban el shiatsu, todas parecían tener cientos de ocupaciones en las que era imprescindible estar fuera de casa; casi ninguna soportaba quedarse sola consigo misma.
 
                El día de todas las almas, Cees Nooteboom

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