jueves, 10 de mayo de 2012

agitar un sonajero

Antes de la Avenida Gomes Pereira había una mujer que me daba de comer, un niño Jesús tallado al que le faltaban dedos, la misma mujer en una cama, personas de luto que me miraban en silencio, y después el viaje en tranvía, mi padre, que agitaba un sonajero, y los brazos de la criada que se se extendían para recibirme, como en las pesadillas en las que un monstruo nos ahoga. Entonces, y a medida que el taxi se alejaba, empecé a temblar y dejé de oír las uñas del perro en los azulejos de la cocina.
                La muerte de Carlos Gardel, Lobo Antunes

Todos tenemos cajones donde metemos a los que nos rodean, sus opiniones, reflexiones, conocimientos, ademanes y educación. Nuestra imagen sólo es nuestra, nada tiene que ver con la que ellos tienen de nosotros y guardan en sus cajones. El lenguaje ayuda a aclarar algunas cosas, pero no es suficiente. El lenguaje, además, se viste con más ambigüedades de las que creemos.

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