Respirar arte o construirse la sensación de que se respira
eso precisamente porque escucho a otros que hablan y venden su obra. Son
comerciales y hay tantos como personas diferentes. La creación es solitaria
pero no todo el proceso termina ahí. También hay que salir, charlar, venderse,
insistir, viajar, huir, volver.
Durante el fin de semana he olido. Me he cruzado con cinco
monjas a ritmo de cowboy. Una de ellas llevaba una guitarra enorme con la funda
negra llena de chapas a modo de pústulas. Cinco monjas de blanco bajo un sol de
verano, sin sombras alrededor. En la terraza, unos metros más allá, tomaban un
vino alegremente jóvenes y familias. En el monte más de lo mismo. Allí las
conversaciones no tienen nada que ver con el arte, ni con el retrato de Dorian
Gray ni con Brian the Brian. Son ejemplos, uno de tantos, a tantos de tantos de dos mil... Tantos como
personas.
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