jueves, 3 de mayo de 2012

última puerta, desmayo, petrel

Comprendí que una mañana cualquiera me ordenarían Vamos, y yo saldría de lo que llaman cuartel hacia lo que llaman Tavira, oyendo las olas sin ver las olas, oyendo a las gaviotas sin ver a las gaviotas, oyendo las voces de las personas sin prestarles atención, camino de las siluetas de los platos, que me esperaban en silencio en los paisajes de porcelana, como los difuntos nos aguardan por detrás de una última puerta que sólo demasiado tarde entendemos que es la última por cerrarse tras nosotros como la tapa de un ataúd.
                El orden natural de las cosas, Lobo Antunes
Comprendí que la muerte, más en donde estoy, es un elemento al que me habría de habituar. No tenía remedio ni alternativa. Pero no era suficiente. Debía hacerme con alguna receta para el sufrimiento y el dolor. No digo contra el sufrimiento y contra el dolor porque no la hay. No se trata de morir, despedirse o alejarse. El dolor, la pérdida, las maneras, el estilo, etc. Las recetas están en alguna parte, hacia oriente o hacia los clásicos más estoicos. Sí hay dolor, igual que llegará el verano, de la misma manera que llegaron las lluvias.
 
Tengo que inyectarme y respondía Yo qué sé, porque francamente no sabía, porque no había pensado en eso, porque el cuerpo se me había puesto flojo y desfallecía, porque por debajo del frío me sentía acalorada, porque los jacintos del aliento se me multiplicaban en la lengua, porque iba a morir, a morir con aquel viejo que participaba a mi tía su boda conmigo, porque me ausentaba en un desmayo, y yo me apoyaba en la cómoda mientras la sala se desenfocaba, yo veía a mi padre apagar el foco de la frente, abrir la décima, o centésima, o milésima, o millonésima botella de cerveza de esa noche, yo lo veía alzar el pico y preguntar, como quien se informa de una fortuna, o de una dote, o de una prenda ¿Usted sabe volar dentro de la tierra, amigo?
                El orden natural de las cosas, Lobo Antunes
 
Ausentarse, sin necesidad de abrir puertas ni cervezas.
 
En la RAE:
petrel.
(De or. inc.).
1. m. Ave palmípeda, muy voladora, del tamaño de una alondra, común en todos los mares, donde se la ve a enormes distancias de la tierra, nadando en las crestas de las olas, para coger los huevos de peces, moluscos y crustáceos, con que se alimenta. Es de plumaje pardo negruzco, con el arranque de la cola blanco, y vive en bandadas, que anidan entre las rocas de las costas desiertas.
 Petrel, petrel, petrel...

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