Ansiaba
tener tiempo por delante para tomar de nuevo el arco y expulsar de sí el
continuo bordoneo de las notas graves de la melodía en su cabeza. Porque la
ausencia de música no engendraba silencio, sino una música más oscura,
distorsionada por sus sentidos y los ruidos de la realidad.
Pg.152 La deuda, Felipe Hernández
Y la muerte otra vez tocando alto sus
campanas. Y las obras y la clemencia de un tiempo sin anticiclones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario