martes, 8 de enero de 2013

Beatriz Cenci


En aquel momento estaba admirando sin mover un músculo una copia más que tolerable ) la única pieza, además de la ya mencionada, digna de alabanza) de la más dulce, conmovedora y al mismo tiempo temible de las cabezas femeninas imaginables; la de Beatriz Cenci, por Guido. El carácter prodigioso de dicha cabeza estriba quizás en un sugestivo y sorprendente contraste, más o menos análogo con su aspecto a aquel otro a veces visible en las exóticas doncellas de países tropicales, consistente en la coincidencia de dulces ojos azules –armonizando con una tez extremadamente pálida- con un pañuelo azabachado que recuerda a un velo funerario. Aunque en el lienzo de Guido los ojos claros y la piel blanca de la Cenci estén coronados por una melena dorada que le da al conjunto una estricta naturalidad física, la anomalía acaso imaginaria del dulce serafín rubio queda sugerida por un doble marco del rostro y parte del cabello: un crespón negro de luto por dos crímenes, de los que en un caso es objeto y en el otro agente, que cabe considerar como lo más terribles que pueda concebir un ser humano civilizado: el incesto y el parricidio.
 
Pierre o las ambigüedades, Melville

http://es.wikipedia.org/wiki/Beatrice_Cenci

No hay comentarios:

Publicar un comentario