La Verdad
entusiasta, la Seriedad y la Independencia conducen a toda mente preparada por
la naturaleza para el pensamiento profundo e intrépido a regiones hiperbóreas
donde los objetos se ven bajo una luz dudosa, incierta y refractaria. Al ser
contempladas a través de esa atmósfera enrarecida, las máximas aceptadas con carácter
más inmemorial por el género humano empiezan a resbalar, a fluctuar, quedando
por fin invertidas de principio a fin. El mismísimo cielo no es ajeno a este
efecto de aturdimiento y confusión, ya que es sobre todo en su seno donde
aparecen estos espejismos prodigiosos.
Pierre o las ambigüedades, Melville
Existe en algunos
corazones humanos un oscuro y loco misterio que a veces, en insólitos estados
de ánimo, les despierta una ansiedad capaz de impulsarles a desatar los lazos
m´s intensos del amor, en ese instante obstáculos para la consecución del
objetivo que el desequilibrio les sugiere como trascendental. En esos momentos
nuestras relaciones más entrañables se nos antojan nefastas por esencia; nos
sentimos transportados hasta las cumbres más elevadas y creemos poder
prescindir del valle que se extiende a nuestros pies; desdeñamos las caricias;
los besos se nos antojan verrugas; y desechando todas las formas palpitantes
del amor mortal, abrazamos en el vacío al infinito e incorpóreo aire. Tenemos
la impresión de no ser humanos y nos convertimos a nosotros mismos en célibes y
dioses; pero una vez más, como las divinidades griegas nuestras inclinaciones
nos impulsan a descender a la tierra ya que estamos satisfechos de esa
complacencia amoroso nuestra que nos permite ocultar nuestras sobrenaturales
cabezas en senos formados por una arcilla demasiado seductora para ser
resistida.
Pierre o las ambigüedades, Melville
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