jueves, 24 de enero de 2013

envilecimiento

-Pues bien –seguí con la misma rabia-, Joyce también interpretó la Odisea a la manera moderna, y en su obra de modernización, es decir, de envilecimiento, de reducción, de profanación, aún fue más lejos que usted, querido Rheingold… Hizo de Ulises un cornudo, un onanista, un holgazán, un veleidoso, un incapaz; y de Penélope, una prostituta notoria… Y Eolo se convierte en la redacción de un periódico; el descenso a los infiernos, en el funeral de un compadre de taberna; Circe, en la visita a burdel, y el retorno a Itaca, en la vuelta a casa, de madrugada, por las calles de Dublín, no sin una parada para mear en una esquina… Pero por lo menos Joyce tuvo la delicadeza de dejar de lago al Mediterráneo, al mar, al sol, a las inexploradas tierras de la antigüedad…. Todo esto lo trasladó a los caminos enlodados de una ciudad del norte, a las tabernas, a los burdeles, a las alcobas, a los reservados… Nada de sol, nada de mar, nada de cielo; todo es moderno, es decir, todo rebajado, envilecido, reducido a nuestra miserable estatura… Usted no tiene la discreción de Joyce, en cambio… Así que yo, entre usted y Battista, repito que prefiero a Battista con todo su cartón piedra… Sí, prefiero a Battista… Quería usted saber por qué no quiero hacer el guión: pues bien, ya lo sabe.
                “El desprecio”, Alberto Moravia
 

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